El reciclaje inclusivo como motor para negocios de triple impacto

Recicladoras de base en el vertedero a cielo abierto de Warnes, Riberalta, Bolivia, 2018.

En muchos países, la única forma que tiene la ciudadanía de reciclar es a través de las recicladoras de base. A pesar de la importancia de su trabajo, se trata de un colectivo en riesgo de exclusión social que desarrolla su actividad en condiciones precarias y muchas veces dentro de la informalidad.

“En 2050 habrá más plástico que peces en el mar”.

“La equivalencia a un camión lleno de plástico entra en el océano cada minuto”.

“Como media, una bolsa de plástico tiene una vida útil de 12 minutos”.

Hace años que escuchamos estos datos. Los vemos en informes científicos, artículos, campañas publicitarias. Los hemos oído de la boca de activistas y de políticos en cumbres mundiales. La crisis climática que se está viviendo por la contaminación es innegable. Vivimos por encima de las capacidades del planeta, y en el centro de esta sobreproducción encontramos el plástico.

El plástico, revolucionario y prometedor, que hace no más de 50 años cambió nuestra forma de entender el mundo, hoy nos trae promesas menos esperanzadoras. Con más de 8,3 billones de toneladas de plástico aún en el mundo (ONU, 2018), y una fuerte dependencia por el mismo, mantener la misma línea de acción que hemos seguido hasta ahora es insostenible. Es crucial atacar el problema desde la raíz, y eso se hace por un lado encontrando materiales sustitutivos y por otro mejorando la gestión de esas 8,3 millones de toneladas que ya existen. Hoy en día, solo un 9% del plástico producido se recicla, y el 79% restante termina en vertederos o en el medio ambiente (ONU, 2018).

Existe una urgencia por promover un avance en los sistemas de gestión de residuos en países dónde este servicio no está institucionalizado. En un contexto donde la producción y el consumo se incrementan a una velocidad desmesurada, y la gestión de los residuos municipales no contempla la recogida selectiva, las recicladoras de base suponen un eslabón clave para el reciclaje. 

¿Quiénes son las recicladoras de base?

Recicladores de la asociación Corporeciclar, Santa Marta, Colombia, 2019.

Una recicladora de base es aquella persona que se dedica a la recolección, separación y la venta de materiales reciclables. El reciclaje informal es una actividad con mucho peso en las grandes ciudades. Con fenómenos como la migración de las áreas rurales a las urbanas, son muchas las personas que se han apoyado en el reciclaje como fuente de ingresos, en especial mujeres, ya que su naturaleza informal hace que no existan barreras de entrada como podrían ser el nivel de estudios o la conciliación familiar.

Durante mucho tiempo, en varios países, las recicladoras de base han sido el único agente que ha posibilitado la recuperación de materiales reciclables. Según datos de ONU-Habitat de 2010, el trabajo de las recicladoras hace que en ciertos países en vías de desarrollo las tasas de reciclaje alcancen valores parecidos a los del primer mundo, siendo responsables del 25-50% de la recolección municipal de materiales reciclables. A pesar de la importancia de su trabajo, en aquellos países donde la actividad no es reconocida por el gobierno y, en consecuencia, no está regulada, muchas recicladoras trabajan en la informalidad y en condiciones precarias, poniendo su salud en riesgo a diario.

Es difícil saber con exactitud de cuantas personas estamos hablando. En 1988 el Banco Mundial calculó que entre el 1 y el 2% de la población se dedica a esta actividad. Y, en estudios más recientes, el Banco Interamericano de Desarrollo estima que en América Latina y el Caribe existen alrededor de 1 millón de personas dedicadas al reciclaje informal.

Con el tiempo, las recicladoras han visto la necesidad de organizarse entre ellas en grupos más o menos formales, creando asociaciones o cooperativas para lograr reconocimiento dentro de una sociedad que, por norma general, tiene ideas preconcebidas sobre su trabajo y su persona. Además, con la entrada de nuevos competidores y empresas privadas en la gestión del reciclaje, ha nacido un fuerte activismo por parte de las asociaciones, logrando que en ciertos países se aprueben leyes que protegen su trabajo, facilitan su formalización e invitan a los gobiernos a colaborar formalmente con ellas.

Avanzar en sistemas de gestión de residuos a nivel municipal sin las recicladoras implicaría dejar a millones de personas, que cuentan con muchos años de experiencia y conocimientos adquiridos, desamparadas y sin fuente de ingresos. 

Recicladores de la asociación Basura Cero, Santa Marta, Colombia, 2019.

¿Cómo podemos apoyar desde la empresa privada?

A pesar de los avances que se han dado en distintas regiones en cuanto a legislación, sigue siendo primordial que las asociaciones diversifiquen sus fuentes de ingresos.

Desde hace más de 10 años, R4S trabaja en la formalización del reciclaje informal, buscando maneras de acortar la distancia entre las asociaciones de recicladoras y empresas que necesitan materiales reciclables. Esto se logra a través de dos enfoques distintos. Por un lado, con la creación de oportunidades de negocio para que las asociaciones avancen en la cadena de valor como, por ejemplo, ofreciendo servicios de recogida puerta a puerta a empresas privadas o transformando el material. Y, por otro lado, a través de la creación de sistemas de trazabilidad para que las empresas tengan la certeza de que las materias primas recicladas que compran no solo tienen un impacto ambiental positivo, sino también social.

Uno de los objetivos de los proyectos desarrollados por R4S es fomentar el uso de materiales reciclados en empresas privadas, a nivel global, para involucrar a las mismas en el desarrollo económico y el proceso de inclusión social de las recicladoras de base. Así mismo, también se busca sensibilizar a la ciudadanía sobre la importancia del reciclaje y el cese de producción de plástico virgen. Fomentando de esta manera un incremento, tanto en la oferta como en la demanda, de negocios de triple impacto: social, ambiental y económico.

Dependemos del plástico para una infinidad de cosas, desde el sector alimentario hasta el textil. Podemos contentarnos con que el producto que fabrica nuestra empresa sea hecho con materiales reciclados y que, por lo tanto, tenga un impacto positivo ambientalmente. Pero también podemos lograr que tenga un impacto social.

Este artículo está escrito por R4S, una agencia de impacto social B Corp que activa la transformación de las organizaciones para lograr una economía más inclusiva y sostenible. R4S es la empresa B Corp fundadora de B Lab Spain e impulsora del movimiento en España.

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