No hay bienestar si no es compartido

“Cosas necesarias para vivir bien” o “vida holgada o abastecida” son algunas de las definiciones a las que nos lleva la palabra “bienestar”. ¿Qué es “necesario”?, ¿qué es “vivir bien”? Depende de a quién se le pregunte, del momento de su vida, de sus circunstancias; lo que nos lleva a que el término “bienestar” es una percepción personal e individual. ¿Significa esto, por tanto, que no podemos alcanzarlo a través de una perspectiva colectiva y colaborativa? O, por el contrario, ¿que solo ha de trabajarse en el ámbito personal?

EL DESAFÍO DEL BIENESTAR COMÚN

El bienestar personal suele comenzar en nuestros propios comportamientos como individuos y en tener presente cómo estos afectan al grupo, porque no hay bienestar si no hay otros con quien compartirlo. Así, sería lógico afirmar que el primer pilar del bienestar es la empatía, es tener la capacidad de asumir que, si no es compartido, no existe.

Descubrir mediante la empatía y la colaboración dónde está mi bienestar y el de otros es probablemente una de las características principales de las organizaciones dirigidas desde el propósito, donde, si las personas están en el centro de la estrategia, sin duda tenemos que asumir el reto de proporcionarles un marco de bienestar común donde desarrollar el propio y personal.

Dar con este marco común es un desafío que se debe comenzar desde la escucha empática de las expectativas y anhelos de las personas que componen la organización y que se relacionan entre sí de manera interdependiente, encontrando en sus principios y valores comunes la oportunidad y el impulso necesario para co-construir de manera colectiva un entorno mejor y más sano para todos.


UNA TRANSFORMACIÓN CULTURAL CONSTANTE

El cómo hacerlo es hoy más fácil que nunca, porque contamos con las herramientas digitales para ello. En la metanarrativa de una entrevista personal por videollamada o en la respuesta abierta de un cuestionario online podemos encontrar claves fundamentales, solo es necesario crear el espacio y la oportunidad de escuchar.

La búsqueda de este marco común y, sobre todo, la voluntad de escuchar para avanzar y mejorar, forman parte de las características de las empresas que han asumido su nuevo y legitimado rol como agentes de cambio de la sociedad. Se trata de empresas con un enfoque humanista que han revolucionado no solo su forma de organizarse internamente, sino también de proporcionar un nuevo enfoque a sus productos y servicios para hacer partícipes a todas las partes de una nueva forma de consumir, de la redefinición de lo que suponen todas esas “cosas necesarias para vivir bien”.

Por tanto, además de la escucha empática, damos con otra característica de estas empresas transformadoras: la coherencia. Probablemente, para ofrecer productos y servicios que buscan mejorar la vida de las personas, primero han de proveer un lugar y condiciones de trabajo que mejoren la vida de sus empleados y colaboradores, no solo haciendo uso del cumplimento del marco legal, sino practicando un ejercicio constante de superación y excelencia que dé respuesta a esas expectativas y anhelos compartidos que supone poner el foco en el bienestar común de la organización.

Así, las empresas con ese foco en las personas se ven inmersas en una también constante transformación cultural, evolucionando hacia modelos de gestión más éticos y sostenibles que llevan de la mano de forma irrefutable las consecuencias tan positivas que supone tener un elevado orgullo de pertenencia y una visión compartida.

Y no hablamos solo de consecuencias para el bienestar de las personas, sino también de la organización, que mejora su competitividad en el mercado. ¿Cómo? A través del compromiso de sus empleados y de la flexibilidad que aporta trabajar las interdependencias entre las personas como un valor añadido en un mercado tan cambiante y con tanta incertidumbre. Un mercado que necesita un perfil organizacional diverso e inclusivo para incorporar todas las caras de esta sociedad poliédrica.

Desde 21gramos, hemos aplicado esta metodología:

  • Primero, en nuestra realidad diaria: a través de la creación de un Decálogo de Bienestar en el que se ha tenido en cuenta las opiniones y las expectativas de todos y en el que se han marcado unas directrices comunes para tener un entorno de trabajo saludable y positivo.

  • Luego, a través del impacto de nuestros proyectos, donde hemos impulsado el bienestar y la salud desde dos áreas muy distintas, pero indiscutiblemente relacionadas: la educación con valores y la transformación cultural.

Mediante nuestra metodología “Más allá de la Z”, apostamos por la educación como canal para co-construir una sociedad más ética, humana y sostenible. ¿Cómo? Impulsando proyectos que ponen en valor los esfuerzos y compromisos de las organizaciones que, desde la coherencia de su modelo corporativo e implicación con las generaciones futuras, se involucran en la divulgación y sensibilización en términos de desarrollo sostenible y promoción de una educación con valores, con principal foco en diseñar un futuro más saludable para todos.

Por otra parte, centramos nuestros esfuerzos a través del área de Marca Interna, en la que impulsamos la transformación ética de las organizaciones, repensando el liderazgo desde los valores y haciendo a los empleados co- partícipes de la cultura corporativa. Así, hemos gestionado no solo la comunicación interna de compañías multinacionales, sino que las acompañamos en el repensar constante que implica comenzar una revolución interna de estas características, contribuyendo de manera activa en el bienestar de sus empleados.

UNA CUESTIÓN DE LIDERAZGO

Poner a las personas en el epicentro de lo que es la competitividad en el mercado supone un ejercicio de valentía por parte de las organizaciones, que no dejan de moverse en un entorno donde aún existen competidores que priorizan otros aspectos. Romper el molde, transformar el modelo, es un reto que precisa de propósito, de convencimiento, de confianza. En definitiva, de liderazgo. Un liderazgo que ha de ser colaborativo, inclusivo y valiente, aplicado desde el ejemplo y capaz de empoderar e inspirar a los demás. En definitiva, de asumir que juntos llegamos antes y más lejos.

La convulsión de los últimos meses nos ha hecho replantearnos no solo qué es el bienestar, sino también qué nos puede aportar la tecnología para conseguirlo, o qué papel juega el cuidado del medio ambiente en esa “vida holgada y abastecida”. Ha puesto sobre la mesa que mi bienestar personal impacta en el bienestar de todos y viceversa, que tenemos que elevar la ambición con respecto a cómo afrontar nuestros retos como sociedad y que tenemos que repensar qué papel podemos y queremos asumir las empresas. Porque, igual que sin otros no hay bienestar, sin perspectiva ética y colaborativa, no podremos liderar nuestro propio futuro.

Este artículo está escrito por Camila Perticari, Directora de Operaciones y Activista de 21gramos, una agencia de branding y comunicación B Corp que, desde 2007, ayuda a activar la gestión ética de las marcas.

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